Puede parecer un poco ecléctico, pero científicos biogeoquímicos y epidemiólogos recolectaron datos de arqueología y genómica, acordaron un tema, lo investigaron, desarrollaron una hipótesis y publicaron un artículo sobre un hallazgo que involucraba dos elementos aparentemente incompatibles: ollas de cerámica de hace 5.000 años e intolerancia a la lactosa.
Esa publicación científica existe. Salió este miércoles en el revista naturaleza y revela una interesante propuesta sobre las circunstancias históricas que llevaron a que una parte de la población pudiera comer lácteos sin “sufrir” en el intento, mientras que otra gran parte no puede.
Recientemente Clarín ahondó en las particularidades de la intolerancia a la lactosa, un cuadro clínico muy incómodo que padece más de la mitad de la población, caracterizado por malestar estomacal, distensión abdominal, flatulencia y síntomas tan opuestos como la diarrea y el estreñimiento.
La interpretación de…
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